Lectura en el desarrollo del niño
Uno de los problemas más agudos e intratables es la pérdida de interés de los niños por la lectura. Se trata de un problema complejo, cuya aparición tiene dos causas básicas.
En primer lugar, la cultura digital está cambiando radicalmente los intereses de la humanidad, sobre todo en las últimas generaciones.
Las formas multimedia polimodales de almacenamiento, presentación y percepción de la información están sustituyendo a la lectura tradicional. No podemos hablar del abandono del libro por parte de los niños, sino que la civilización del libro está dejando espacio a la civilización de la pantalla.
La segunda razón fundamental del problema planteado radica en la naturaleza del modelo psicofisiológico de la lectura que produce el actual método analítico-sintético de aprendizaje.
En la enseñanza masiva, el método da lugar a un modelo psicofisiológico de lectura que se convierte en una barrera para la lectura efectiva de la mayoría de los niños.
¿Por qué es importante que los niños no dejen de leer?
Los niños necesitan leer para desarrollar las aptitudes intelectuales, espirituales, morales y éticas.
Aunque la clave principal de esto, está en el desarrollo y la mejora del habla en todos sus niveles. Cabe señalar que en algunos casos de dificultades lingüísticas los niños lectores mejoran sus capacidades gracias al uso de la lectura como una herramienta terapéutica.
Por otro lado, debemos destacar que un buen libro es una excelente herramienta pedagógica gracias a sus méritos artísticos, la mejor manera de unir a padres e hijos, incluso a generaciones enteras.
En lugar de devanarse los sesos sobre cómo explicar a su hijo una serie de ideas abstractas, por ejemplo, el concepto del bien y el mal, puede leer con él un libro que aborde este problema. Después de esto es absolutamente necesario discutir su contenido en conjunto, para ver lo que el pequeño lector ha entendido.
Igualmente, importante es su respuesta emocional a lo que ocurre en el libro.
El resultado de una conversación de este tipo debe ser no sólo un entendimiento mutuo entre padres e hijos, sino también el fortalecimiento de la moral del niño, algo positivo y luminoso que se le quede grabado en la memoria y la conciencia durante mucho tiempo.
Sin restar importancia al canal auditivo, la mera lectura de un texto significativo acostumbra al niño a percibir unidades discursivas más pequeñas: frases, palabras separadas, lo que seguramente le ayudará a construir adecuadamente su sintaxis verbal y a presentar sus pensamientos en un orden lógico.
Así, se sabe que la lectura desarrolla la imaginación y la perspectiva de un niño. Estas nociones están inextricablemente unidas, porque pensar con imágenes es un catalizador del interés por el mundo circundante, sus leyes y misterios, lo que implica también la ampliación de los horizontes.
El pensamiento creativo y el enriquecimiento continuo de la perspectiva mejoran el pensamiento del niño, que va mucho más allá de las lecturas.
Por eso no lo señalé como la razón básica, asumiendo que el análisis analítico de los hechos y fenómenos es precedido por la imaginación y el interés en el mundo circundante, y sólo entonces, junto con las imágenes vívidas y el pensamiento creativo propiamente dicho, nace el hábito de buscar las relaciones causa-efecto dentro de los objetos, conceptos y fenómenos.
¿Cómo hacer que los alumnos amen la lectura con toda su alma? ¿Cómo enseñar a los niños a pensar, a razonar? ¿Cuándo se negará un niño a ver un dibujo animado y dará preferencia a un libro?
Probablemente estas preguntas son formuladas por muchos padres.
Sólo cuando conviva con los personajes no por un momento determinado, y por un largo periodo, para empatizar en las dificultades y fracasos, para alegrarse en los momentos felices.
No es ningún secreto que hoy en día un número cada vez mayor de niños crecen sin coger nunca un libro. Su experiencia literaria en este caso se limita a los cuentos de la cartilla y a los libros de texto, los cómics, las revistas de cromos, y más tarde hacen intentos lentos e improductivos de dominar las obras del programa escolar en forma abreviada.
¿Cómo se debe tratar esta situación? ¿Y qué debemos hacer si queremos cambiarlo? ¿Pelea? ¿Obligar? ¿Persuadir? ¿O debemos rendirnos y aguantar que la televisión, el vídeo y los ordenadores hayan sustituido a los libros para muchos niños que entran en el tercer milenio?
Tiene sentido adoptar un enfoque diferenciado del statu quo en lugar de uno total.
Por un lado, es indudable que la mayor parte del patrimonio cultural acumulado existe hoy en día en forma de libros y no en forma de películas, programas informáticos o algunos cristales de información, que nos resultan familiares por la ciencia ficción de los años 60.
Y, por otro lado, ¿cuántas personas vivas hoy en día recurren regularmente, por voluntad propia, a esa misma herencia?
Se puede argumentar que Shakespeare y Cervantes son eternos, pero ¿cuántos de nosotros en nuestra vida cotidiana nos guiamos a menudo por la eternidad?
En cada momento histórico, una parte (la mayoría) de las obras literarias de la generación anterior se relega al olvido completo y definitivo, otra parte se considera «patrimonio literario» que sólo interesa a los especialistas y a unos pocos devotos, y algunas unidades únicas e imprevisibles pasan a formar parte de la carne y la sangre de las siguientes generaciones como verdades «eternas». Es un proceso normal y aparentemente nunca condenado o incluso discutido.
En algunos niños la necesidad de un libro se forma también en la ausencia total de héroes contemporáneos. Leen detectives infantiles y ficción para niños. Cuando crezcan, leerán historias de detectives para adultos y ficción para adultos.
En las clases de lectura de la escuela primaria, que si están diseñadas para educar, nutrir y desarrollar a los estudiantes, enseñar a los niños a pensar en qué y por qué fueron dejados como un precioso legado en signos escritos codificados por los sabios que vivieron antes que ellos, que pensaron en ellos, los amaron, les desearon lo mejor y esperaron mucho que al aprender de sus predecesores, los niños se volvieran más amables, más sabios y más felices.
– Enseñar a los niños a ver a sus mentores y benefactores no en alguna parte, sino en los libros escritos por ellos, esos bienhechores.
– Enseñar a los niños a escuchar el discurso de cada uno de ellos dirigido a cada uno de nosotros, los lectores; enseño a los niños a reconocer entre la masa de posibles interlocutores a aquellos que son necesarios justo ahora y para él.
Por eso, en las clases de lectura se debe enseñar a los niños no sólo a leer, sino a leer los libros, las confesiones de quienes los crearon para nosotros, las confesiones sin las cuales no podemos avanzar, ni en el conocimiento de nosotros mismos, ni en la transformación del mundo.
Para muchos profesores y terapeutas las lecciones de lectura son una gran oportunidad para ayudar a todos los niños a conocerse a sí mismos, al mundo que les rodea, a aprender a pensar.
Aprender a leer es una comunicación creativa con los libros infantiles. Es decir, con esos sabios y artistas de la palabra, cuya experiencia es de gran valor para la formación de la personalidad humana, especialmente de la personalidad infantil.
Con la lectura nuestros niños aprenden a leer-comunicarse para luego leer-pensar, leer-sentir, leer-vivir lo antes posible.
Actualmente es frecuente encontrarnos con el hecho de que muchos de los niños, muy conscientemente, aunque con diferentes expresiones, comentan no conocen los libros, y no quieren conocerlos, porque:
– «la lectura es aburrida».
– «no es interesante para mí».
– «no me gusta no sólo escuchar cuando alguien me lee, sino también mirar las imágenes en los libros…».
La actitud de un niño hacia la lectura de un libro es la base y el indicador del éxito de su desarrollo como persona en el proceso de aprendizaje.
Sin embargo, en la actualidad muchos de los niños carecen de la capacidad de concentrarse en el mundo que les rodea, el deseo de mirarlo de cerca, de pensar en él. Eso está completamente subdesarrollado o poco desarrollado.
¿Quiénes deben fomentar el interés por la lectura?
Con el estilo de vida que se lleva desde hace bastante tiempo y por razones laborales, económicas y sociales, los adultos no ofrecen la misma dedicación a los niños.
Los padres de hoy en día carecen de tiempo y/o ganas de comprometerse con su hijo. Es frecuente observar que los niños poseen videoconsolas de ultima generación o juguetes de alto valor como forma de refuerzo innecesario que evita las constantes llamadas de atención por parte de los niños ya que “así se entretienen solos”.
Si el niño no observa la conducta lectora en el ambiente familiar no desarrollará ese interés por la lectura.
Otro factor que influye es la modernización de los libros infantiles que incluyen ilustraciones que no invitan a ser estudiadas, memorizadas o intrigadas. Lo que se observa en algunos libros modernos son dibujos compuestos por manchas de colores sólidos, lo que hace que todos los libros sean «de una sola cara», fastidiosos y molestos.
¿Cómo sacar a los niños del estancamiento emocional hacia la lectura?
La cuestión se encuentra en cambiar esa rutina en la que se llena el tiempo libre viendo dibujos animados y juegos de ordenador, donde no tienen que pensar en nada, sino que pueden sentarse y ver lo que «pasa» allí.
Existen numerosas estrategias pedagógicas que un especialista de este campo nos podría explicar con mayor detalle.
Sin embargo, para empezar, nos podría valer invitando al niño a ver en un libro un interlocutor con el que pueden hablar, incluso sin saber leer, pero aprendiendo a mirar con atención y a pensar profundamente en lo que se ve cuando se toma el libro en las manos.
También les podemos ofrecer a:
– Indagar en los enigmas que ofrecen los libros.
– Reflexionar.
– Hacer conjeturas.
– Esperar impacientemente la confirmación o refutación de esas conjeturas, acudiendo directamente al texto del libro, es decir, a su lectura.
Al principio, les podemos leer el texto, pero muy pronto querrán hacerlo ellos mismos.
La elección independiente de los libros, su reconocimiento, distinción y lectura satisfacen el interés por un libro.
¿Qué beneficios obtendremos así?
– Ampliación del vocabulario.
– Desarrollo de la memoria.
– Aprendizaje de la imaginación de lo que leían en imágenes, sonidos, colores.
– Pensamiento en lo que cuenta el libro.
– Reflexionar sobre los libros que son especialmente y no especialmente interesantes.
– Reconocer a sí mismos: sus intereses, capacidades y posibilidades.
La función del adulto es simplemente guiarlos y animarlos. Tal y como hemos señalado anteriormente, podemos comenzar con ello incluso antes de que los niños aprendan a leer. De este modo también podemos prevenir algunas de las dificultades que en ocasiones se pueden detectar en la etapa escolar, ya sea a nivel de lenguaje oral o escrito.
Recomendaciones de Logopedia para prevenir transtornos lenguaje oral y escrito
● Desarrollo de los procesos fonéticos y corrección de los trastornos de la pronunciación.
1. Prestar atención a la formación de la estructura silábica del habla del niño. A la edad de seis años los escolares deben pronunciar de forma inequívoca, sin desplazarse ni saltarse las sílabas, palabras como sartén, excavadora, ciclista, etc.
2. Formar la capacidad del niño para distinguir de oído todos los sonidos del habla.
3. Para el desarrollo de los procesos fonémicos utilizamos ejercicios que pueden realizarse no sólo en casa, sino también de camino a la guardería, en la tienda, etc:
a. Decir una serie de palabras y pedir al niño que aplauda (levante la mano) cuando escuche un sonido determinado. Por ejemplo: «Aplaude cuando escuches el sonido [j] en la palabra». Se puede «jugar» con cualquier sonido del habla de esta manera.
b. Pedir al niño que recuerde y nombre los objetos que le rodean (en la calle, en una habitación, en una tienda, en un jardín de infancia) que comienzan con el sonido [R] (o cualquier otro sonido).
c. Deja que el niño proponga entre 5 y 7 palabras que empiecen por el sonido.
d. Pedir que recuerde y nombre artículos escolares (verduras, frutas, animales domésticos o salvajes, etc.), en cuyos nombres se «esconde» el sonido [L] (o cualquier otro sonido).
e. Ofrecer al niño que piense en palabras que empiecen por: consonantes suaves y duras; consonantes sonoras y no sonoras.
● Desarrollar el análisis y la síntesis del lenguaje.
1. Cuenta cuántas palabras hay en las frases: «Mamá está lavando la ventana», «Ana está comiendo una sopa deliciosa», «El abuelo se va a trabajar». Nombra la primera y la última palabra de la frase.
2. Inventar una frase con dos, tres palabras, etc.
3. Inventar tantas palabras como sea posible, utilizando las letras de la palabra dada. Por ejemplo: ciclista, ascensor, etc. Se puede utilizar cualquier palabra larga.
4. Contar cuántas sílabas hay en las palabras. Ejemplo: volumen, sueño, abeto (palabras con una sílaba).
5. Nombrar el primer sonido de las palabras. (Pronuncia las palabras con el primer sonido vocálico: oreja, boca, nube, piña, juego, etc.; con el primer sonido consonántico: topo, sombrero, liebre, etc.).
6. Nombrar el último sonido de las palabras. (Los padres llaman la atención sobre el hecho de que el niño debe pronunciar exactamente el sonido, no la letra).
7. «Adivina la palabra». Los padres piden al niño que adivine la palabra que pronuncian por los sonidos individuales, haciendo una pausa entre ellos en la pronunciación. Por ejemplo: [hielo] – [i] – [s] -[ a].
● Desarrollo de las percepciones visuales-espaciales.
1. «Encuentra lo oculto». Invite a su hijo a encontrar un objeto escondido en la habitación siguiendo las instrucciones. Por ejemplo: «Ponte de espaldas al armario y da tres pasos hacia la derecha, gira hacia la izquierda y da un paso hacia delante, etc.».
2. Pide a tu hijo que muestre diferentes partes del cuerpo: el ojo izquierdo, la mano derecha, etc. Complicar la tarea pidiendo que se muestre la oreja derecha con la mano izquierda, el ojo izquierdo con la mano derecha, etc. Este tipo de ejercicio ayuda a formar la capacidad de orientación en los lados derecho e izquierdo del espacio.
3. En la calle puedes ofrecer al niño que mire los objetos que le rodean y que nombre su ubicación en relación con los demás. Por ejemplo: «Un serbal crece detrás de la valla», «El autobús va a la izquierda de la abuela», «El coche se sitúa entre las casas».
4. «Encuentra las diferencias en las imágenes».
5. «¿Qué falta?». La imagen muestra artículos en los que el artista no dibujó ningún detalle. El niño debe identificar lo que falta y completarlo.
6. «¿Qué ha cambiado?» Coloque juguetes o imágenes delante del niño, sugiérale que recuerde y cierre los ojos. Intercambia los juguetes y pregunta qué es diferente.
● Desarrollo de la motricidad fina.
Una de las principales condiciones para que un niño domine la habilidad de la escritura es el desarrollo suficiente de la motricidad fina de los dedos. Se pueden utilizar los siguientes tipos de tareas:
– «juegos de dedos».
– Ornamentos de sombreado, figuras geométricas, cuadros diversos.
– Colorear dibujos y dibujar.
– Montar un pequeño juego de construcción y mosaico.
– Plastilina y modelado de arcilla.
– Atar los cordones de los zapatos y abrochar pequeños detalles de la ropa.
Espero que este artículo haya sido de vuestro interés.
Si tenéis alguna pregunta o duda la podéis formular en el apartado de comentarios.
Clínica Fuensalud. Valeria Bondarenko. Graduada en Logopedia (colegiada nº 28/1059). Experta en Atención Temprana. Experta en Trastornos Neurológicos.
ENLACES DE INTERÉS
La Asociación Española de la Comprensión Lectora
Asociación Española de Lectura y Escritura